El proyecto FORESTOR al margen del Orinoco, dispuso 60.000 hectáreas para la siembra de Eucalyptus… Pero en lugar de convertirnos en un país competitivo en la producción de madera y celulosa para la fabricación del papel, preferimos gastar millones y millones de dólares cada año importando madera y celulosa de Guyana (que es nuestra), Brasil y Colombia… Lo que significa agotar aún más nuestras reservas internacionales (US$) en favor de la devaluación del Bolívar, lo que estimula además las fugas de divisas y por consiguiente más deuda pública. Como si no fuera suficiente este triste panorama, los latifundistas se apropiaron de miles de hectáreas que bien podrían contribuir al desarrollo agrícola y agropecuario de Venezuela. En países como México, España, Alemania, Rusia, China, el Reino Unido, la propiedad de la tierra está vinculada a la capacidad de producción y explotación de un propietario. Por ejemplo: en México, una persona no puede poseer más de 10 hectáreas si no tiene los recursos para su explotación; mientras que en Venezuela, pequeños grupos familiares poseen más del 10 % del país, en tierras ociosa e improductivas, que recuerdan el período feudal ya extinto desde el pasado siglo, pero que fue visualizado por el Libertador cuando promulgó la Ley de Reforma Agraria.